Una primera lectura del referéndum

6/07/2015

 

Una primera interpretación del referéndum revelará lo que sigue: El “NO” es una victoria evidente y puede traducirse en un reconocimiento claro para el primer ministro que cargó sobre sus espaldas la pesada tarea de representar esta iniciativa. Ha quedado demostrado que las encuestas, en un primer intento de medir la opinión pública, fallaron. Puede que tengan muchas excusas para su imprecisión (tiempo insuficiente, etc.) pero lucha empatada del viernes y la pequeña ventaja del “NO” del sábado han sido refutadas. Sin embargo, han ofrecido otros puntos de vista útiles, como los efectos que los controles de capitales han tenido en los discursos del primer ministro.

Parece que el voto del “NO”, además de en los partidos que lo apoyaron, ha calado más en los votantes de otros partidos de lo que ha calado el voto del “SÍ” en los votantes de los partidos que apoyaban el “NO”, mostrando una necesidad de manifestar el estado de descontento contra un ambiente negativo tan duradero.

Estaba claro que había varias interpretaciones y puntos de partida para aquellos que votaron “NO”, mientras que para los votantes del “SÍ”, la preocupación giraba de una forma más definida en torno a qué posición tendría Grecia en Europa. Esto demuestra que la oposición no consiguió transmitir de forma apropiada su interpretación del referéndum, y hay varias razones para ello.

Desde un punto de vista comunicativo, me arriesgaré al posicionarme con la opinión de que los canales de la televisión privada apoyaron en exceso el “SÍ”, cuando en realidad lo que hacían era ayudar al voto por el “NO”. Al mismo tiempo, la comunicación en el otro bando estaba más centrada en Internet y los medios sociales, además de otros canales más directos y, por supuesto, el papel del primer ministro como portavoz, que era más eficaz.

Incluso si aceptamos que las encuestas no eran precisas, el 75% que los sondeos reflejaron a favor del euro sigue siendo un porcentaje que no puede ignorarse, aun siendo un dato de intención de voto y no una decisión pública.

Desde un punto de vista político, el primer ministro en persona ha recibido la mayor parte del crédito por la victoria, debido a sus decisivas intervenciones. Ha sabido aprovechar el impulso y, con este resultado en el bolsillo, navegará hacia un nuevo pacto. Si de esta odisea regresa con un acuerdo manifiestamente mejor, ganará reconocimiento, ventaja en votos y será capaz de superar cualquier reacción desde su partido. Si el pacto resultante es similar al que los acreedores habían ofrecido, el referéndum será considerado como una maniobra política peligrosa, cuyo único motivo de existencia habría sido vencer las reacciones internas de Syriza. Eso puede ser considerado como positivo (porque ha evitado aventurarse en un terreno arriesgado), pero por otro lado, puede ser una manifestación de debilidad por la necesidad de reforzar la opinión interna de sí mismo. Si no hay acuerdo (porque el acuerdo propuesto fuera peor), será prueba de que el referéndum no creó el capital político que aseguraba el Gobierno, y las personas que avisaron de la llegada del lobo probablemente habrán estado en lo cierto.

En cualquier caso, el gran perdedor de este referéndum es el antiguo sistema político, que era la cara del “SÍ”, pero que ha tenido el resultado opuesto. Las llamadas a la movilización por el “SÍ” han sido mal recibidas, y han llevado a mucha gente a votar todo lo contrario. Creo que este resultado causará más alboroto que el resultado de las elecciones de enero en algunas organizaciones políticas. Al menos, en Nueva Democracia.

Los próximos días y semanas iban a ser igualmente difíciles, independientemente del resultado. Tengamos esperanza en que el referéndum, con todos los aspectos técnicos que ha tenido, pueda crear una nueva tendencia en nuestra cultura, para que sea un método que se tenga en cuenta en otros asuntos, como educación, relaciones entre individuos, la relación entre el Estado y la Iglesia, etc.

Este post fue publicado originalmente en la edición griega de ‘The Huffington Post’ y ha sido traducido de ‘The World Post’ en inglés por Diego Jurado Moruno